Formando valores

La democracia es un valor esencial de la convivencia cívica y, por tanto, es importante que niños y niñas tengan un aprendizaje temprano respecto de lo que significa interactuar con los demás y con el mundo que los rodea.

A través de la conversación entre niños y niñas en torno a temas que tienen que ver con la convivencia, el Programa “Vivir es convivir” pretende que descubran y comprendan:

  • La democracia es una forma de organización que nos permite vivir en sociedad.
  • La democracia no solo funciona con instituciones; requiere una forma de trato y diálogo.  Es también convivencia.
  • Ella se basa en el respeto a la dignidad, libertad y aceptación de cada persona

El Programa consiste en un conjunto de “experiencias de aprendizaje” cuyo principal objetivo es que los niños y niñas tengan una experiencia personal y grupal que les permita “vivenciar” los valores esenciales para la convivencia y la democracia, así como compartir entre ellos sus experiencias más vitales, aprender a escuchar y establecer relaciones empáticas con los demás.

Los valores no “se saben” ni se aprenden como se saben y aprenden los contenidos de una asignatura 1,  de allí la necesidad de una metodología que favorezca este “otro” tipo de aprendizaje.2

Además, los valores, de alguna manera, están imbricados, es decir, relacionados entre sí. Formar para la convivencia social supone trabajar pedagógicamente aquellos valores que son pilares de la democracia: la libertad, la igualdad, la justicia, el respeto, la tolerancia, el pluralismo y la participación.

Estos valores se necesitan mutuamente para darle sustento a la convivencia democrática. Si bien metodológicamente se puede poner énfasis en un valor por encima de otros, los intercambios e interacciones sociales están entretejidos por aquellos valores que le dan densidad y sentido a la convivencia.

Por otra parte, es necesario tener presente que la internalización de valores es un proceso progresivo. Durante los primeros años de vida, este proceso está marcado por la alta dependencia de los niños y niñas respecto de los adultos en general, y de la autoridad de los padres en especial, quienes “imponen” los valores en tanto principales referentes de los patrones de comportamiento social.

En la medida que niños y niñas van dejando atrás el egocentrismo y ganan en autonomía, se abren a la socialización entre pares, apareciendo los primeros juegos grupales que dan origen a las reglas y normas estrechamente relacionadas con los valores que se ponen en juego para una sana convivencia.

Es relevante que la formación en valores en las escuelas vaya a la par con este proceso, iniciándose de manera incipiente en los dos niveles de educación parvularia, en que los niños y niñas recién transitan desde las pautas y valores “impuestos” por los adultos, hacia una construcción colectiva con sus pares durante la enseñanza básica. En consecuencia, el rol de la escuela es generar condiciones para avanzar desde el valor “impuesto” a unos construidos vivencialmente en el ejercicio de jugar, relacionarse, interactuar con los otros y convivir.


1 «Educar para los valores es una tarea difícil ya que estos no se saben, a la manera que se sabe alguna fórmula química, sino que se viven. El mejor barómetro de la formación valórica es, precisamente, la coherencia existente entre la formulación valórica y la vivencia valórica». (A. Magendzo). La formación en valores se sostiene en un enfoque experiencial. Por lo tanto, la propuesta didáctica y el rol docente son cruciales a la hora de formar en valores.

2 El programa está basado en el enfoque metodológico del programa psicoeducativo Entre Niños, y las experiencias que aquí se proponen son adaptaciones de las que éste ofrece en su portal. Ver: http://entreninos.org/nuestra-propuesta/